Gerson Lázaro

Cazadora de eclipses

Cazadora de eclipses

La noche que me llevaste a cazar eclipses era tan clara que las estrellas se reflejaban en tus mejillas. Nos dirigimos al pie de la montaña, tu sitio favorito en el mundo y nos acostamos directamente en la hierba. Hablamos de todo y de nada mientras la hora del eclipse llegaba. Esa noche me enseñarías a cazarlos.

El reloj sonó indicando que llegaba la hora y tu empezaste la clase magistral:

Mira la luna y concéntrate en ella. En este momento está radiante y luminosa, alerta ante las tinieblas del mundo, pero contenta porque aún recibe la luz en su rostro…

No la pierdas de vista. La tierra empieza a opacarla, mira el tercer cuadrante, ya se alcanza a ver una pequeña sombra…

¿Ahora la vez mejor?

La luz que recibe es cada vez menor. Tiene miedo, está asustada, la luna odia la oscuridad. Está perdiendo la batalla con las tinieblas, es su momento de terror perpetuo…

En 60 segundos la tierra la tapara por completo y entonces colapsará. El tiempo la enmarcará y será un eclipse eterno mientras una nueva luna nacerá por el lado contrario al que inició todo…

Quince segundos…

Cinco…

¡Ahora! El eclipse es nuestro, concéntrate…

Es nuestro. Nuestro.

Un nuevo lucero brillo en el cielo justo cuando volteé la vista para descubrir que estaba solo. La luna salía de su penumbra, abandonando su miedo mientras mi miedo crecía. Te esperé, y no volviste de nuevo. Debo aceptar que creí que todo aquello era una fábula o un cuento de hadas. Muy tarde entendí que no era broma cuando me decías que me enseñarías a cazar eclipses. Ahora tu ibas tras él.

Desde entonces paso mi vida contando los días que faltan para una nueva conjunción en el cielo. Me he vuelto astrónomo. Cada vez que ocurre voy al pie de la montaña, tu sitio favorito en el mundo. Busco indicios de tu presencia, pero no los consigo. Me acuesto en el prado mirando al cielo y espero que el eclipse inicie. Repito una a una tus palabras. Siento el miedo en la luna, y el miedo en mí. Me concentro. Pero debe faltarme un paso, algo falla, la nueva luna siempre sale por el lado contrario, y yo sigo sin poder cazar el eclipse.

Estoy convencido que cuando lo logre, te encontraré a ti tras sus pasos. Y entonces seremos cazadores, y los eclipses adornaran las paredes de nuestra casa mientras la luna vigila el sueño de dos lunáticos que dedicaron su vida a cazar los instantes de sombra en un universo de luces.

Publicado originalmente en Eñes.

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