Gerson Lázaro

Mi poesía

Mi poesía

Me hablas al oído y pierdo la noción del tiempo. Las sirenas se detienen, los aviones no hacen ruido, las voces incesantes de un mundo cada vez más poblado encuentran su calma un instante y el mundo hace una pausa para escuchar tus palabras. Tu voz es un vals antiguo, una composición de Lloyd Webber, una pieza de baile de palacio envidiada por reyes de todo el mundo. Tu voz es música.

El día que tú seas una canción mis palabras serán tu instrumento.

En medio del mundano ruido tu silencio me cubre en su manto. Despierto y te veo dormir, duermo y te veo volar. ¿Cuál es la fantasía y cuál es la realidad? La realidad eres tú. ¿La fantasía? El mundo que se mantiene imperturbable aún cuando abres tus ojos y me haces temblar. Me miras y sonríes. Esa sonrisa podría crear estrellas si así lo quisieras. Nuestro techo sería un firmamento más grande que el mismísimo firmamento, y tus ojos, radiantes como siempre, serían el eje central de la constelación de mi imaginación. Tus ojos son luceros.

El día que tú seas una estrella, mis palabras serán tu luz.

Caminas hacia mí y todo se estremece a tu alrededor. Me siento atraído, como si fueras un imán y yo un trozo de metal. Los árboles se mecen de lado a lado ante tu presencia, o tal vez soy yo el que voy de lado a lado viéndolo todo a través de la vista sesgada de un amor intenso. Algo me empuja hacia ti. Algo indescriptible e indescifrable que va más allá del bien y del mal, algo que está en el ambiente y puedo respirar. Tu alma es una tormenta.

El día que tú seas viento, mis palabras serán tu susurro.

Me besas y siento el calor recorrer todo mi cuerpo. El cielo se torna rojo, y mi rostro se vuelve un espejo de él. Tal vez el sol se intensifica ante tu sola presencia, o tal vez tu presencia intensifica en mí el delirio de ser un cubo de hielo que se derrite lentamente ante la cercanía de tus labios. ¿El mundo sigue su curso? ¿El mundo sigue existiendo? Mi mundo, el único que reconozco, ahora lleva tu nombre. Tus labios son una llama encendida.

El día que tú seas fuego, mis palabras serán tu calor.

Pienso en ti y mis palabras fluyen a borbotones. A veces en prosa, a veces en verso. A veces me controlo y escribo historias de sueños, de tiempos, de vidas. Otras veces me dejo llevar y te escribo las cartas más sentidas, los poemas más románticos y las historias más tiernas. Tú llevas el ritmo de mi trazo, defines la pulcritud de mis líneas e inspiras cada una de mis letras. Tú eres inspiración…

El día que tú seas poesía, mis palabras serán tu rima.

El día que tú seas poesía, mis manos serán tus versos.

El día que tú seas poesía, mi vida será tu vida. Tu vida será mi vida.

¿El día que tú seas poesía? Mis palabras ya me traicionan, tú eres poesía. La más pura, la más pulida, la más esbelta. Desde antes que existiera el tiempo tú ya eras poesía. Hasta el fin de mis días, de tus días y nuestros días, seguirás siendo poesía. Por siempre, mi poesía.

Publicado originalmente en Vestigium.

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